La Ciudad de México alberga en los rincón sucesos y anécdotas que cuentan su historia, en cada lugar se encuentra resguardado el recuerdo y la nostalgia del pasado, pero muy pocos han sido los sitios que han presenciado tanta sangre y tragedia desde su fundación; me refiero a Tlatelolco, un lugar que huele a muerte. Desde sus inicios, ha sido destinado a ver el dolor y la agonía de los hombres. Si bien era un centro para el comercio, también era un sitio para sacrificios humanos donde varios sufrieron ante el instrumento homicida. Asimismo, con la captura de Cuauhtémoc, Tlatelolco se convirtió en escenario de la última batalla de los mexicas contra los españoles, un momento decisivo en la conquista de México, donde la raza indígena estuvo a punto del exterminio. Después del enfrentamiento, se fundó una de las iglesias más imponentes de la ciudad; tenía como objetivo, aparte de los menesteres religiosos, ser un recordatorio del yugo español y de la fuerza incomparable que ponía en desventaja al pueblo mexica.