Cuando se habla de princesas y de la realeza, de su estilo de vida y de su historia, se cree que todo esto nos remontará a un cuento de hadas, de esos que tanto hemos escuchado y que siempre terminan con un vivieron felices para siempre. Incluso, hoy en día admiramos celosos la vida de la gente perteneciente a la corte y añoramos, aunque se de forma pasajera, pertenecer a ese mundo encantado y lejano.
Por desgracia la historia de Anastasia es muy diferente de los cuentos que uno está acostumbrado a escuchar, o de la misma trama trillada que los medios de comunicación y la industria cinematográfica ha impuesto a lo largo de los años.
Ahora bien, Disney por su parte hizo una versión de esta historia haciéndola menos terrorífica, pero demasiado fantasiosa e irreal. Aquí se trata de la caída del imperio Ruso a causa de una maldición echada por Rasputín, un viejo amigo de la familia, que en este caso es un brujo. El palacio de San Petersburgo es invadido y capturan a toda la familia real, menos a la duquesa Anastasia y su abuela quienes escapan gracias a la ayuda de un sirviente. Durante la huida la princesa se pierde y se separa de su abuela, cae inconsciente y pierde la memoria. Pasa el resto de su infancia en un orfanatorio y al cumplir la mayoría de edad sale de ese lugar para iniciar un camino de autodescubrimiento.
Otra vez ayudada por el mismo sirviente del cual se enamora, recupera la memoria y se reencuentra con su abuela, su único pariente vivo. Sin embargo, Rasputín sigue vivo y sabe que su maldición no está completa, pues la princesa sigue viva. En un enfrentamiento librado por Anastasia, Rasputín es vencido y mandado de vuelta al infierno.
Al final, Anastasia recupera su estatus real, la nombran duquesa y vive con su abuela. No obstante, renuncia a todo eso para fugarse con su enamorado. Y así es como termina la versión de Disney.
La verdadera historia de esta princesa se remonta en la vieja, helada y arruinada Rusia a principios del siglo pasado. Para empezar comenzaré con la típica entrada de los cuentos de hadas: Había una vez una alegre niña llamada Anastasia Nikoláyevna Romanov, nacida el 5 de junio de 1901 en San Petersburgo, era la cuarta hija del Zar Nicolás II. Se le describe a la gran duquesa físicamente como una muchachita pelirroja, regordeta y de grandes ojos azules. Su madre respondía al nombre de Alejandra, una mujer muy hermosa e impresionante, que era nieta de la gran reina inglesa, Victoria. Sus hermanas eran Olga, Tatiana y María. También tenía un pequeño hermano llamado Alexis el cual padecía de Hemofilia, enfermedad que le causaba severas hemorragias.
Se sabe que la princesa era una niña muy despierta e inteligente, pícara y traviesa pero con un alma benévola. Era adorada por todos, hasta por los soldados que más tarde serían sus custodios.
De Rasputín se dice que era un amigo muy allegado a la reina Alejandra y también un charlatán, no tenía nada que ver con la hechicería pero sí era una especie de monje; era tanta su cercanía con la reina y las niñas que se llegó a malinterpretar causándole el exilio del palacio por parte del Zar. El día de su muerte se describe como un acontecimiento demasiado triste para las niñas, en especial para Anastasia.
La tragedia ya estaba prevista para la familia Romanov, pues a principios del siglo XX la revolución Rusa ya empezaba a gestarse; la pobreza y la inmundicia en que vivía la población fue causa principal que dio pie a toda una serie de movimientos liberales y socialdemócratas cuyo propósito era derrocar al Zar.
De este modo se llevó a cabo el primer movimiento armado, le cual fue reprimido por el ejército del Zar. Nicolás para calmar esta revuelta prometió crear una reforma agraria y cambios democráticos, cosa que nunca llegó a cumplir aumentando el enfurecimiento de las masas proletarias. Otra consecuencia de la indiferencia del Zar fue la formación del ejército rojo: Los Bolcheviques, seguidores de Lenin. Estos serían los futuros verdugos de la familia Romanov.
Pero lo que acabó por agravar la situación del país fue su participación en la primera guerra mundial, lo que provocó numerosas muertes y un aumento considerable de desempleo y miseria. La molestia del pueblo era mayor y ya no se podía reprimir; los bolcheviques arrestaron a la familia real y la sacaron del palacio. Anastasia y su familia se vieron privados de todo lujo y comodidad, fueron humillados y despojados de sus pertenencias. El pueblo quería que los Romanov pagaran con creses tantos años de austeridad y desconsideración hacia el proletariado.
Por el lapso aproximado de un año, la familia pasó su vida de cárcel en cárcel, rodeada de soldados que los custodiaban ferozmente. Hasta que una noche, fueron despertados con el engaño de que nuevamente serían trasladados y fotografiados; luego los bajaron al sótano y los acribillaron. Todos murieron, el Zar y la Zarina junto con sus cuatro hijas y su hijo pequeño, el futuro heredero. Ni siquiera el ejército blanco (partidarios de la corana), pudieron salvar al Zar y a su familia. Para ese entonces la princesa tenía 17 años.
Después de trescientos años en el poder, el despotismo de los Romanov al fin culminaba, quedando únicamente los fantasmas del pasado que traían consigo recuerdos llenos de nostalgia de cuando el imperio alcanzó su máximo apogeo.
Sin embargo, a partir del asesinato los rumores empezaron a invadir Rusia. Se decía que Anastasia, a pesar de haber estado herida, escapó de los Bolcheviques y encontró resguardo en una casa en el campo alegando que ella era la gran duquesa; incluso hay evidencia de ello, pues existe una receta médica que lo comprueba.
Por otro lado, se cree que sólo mataron al Zar, a su esposa y al infante, dejando a las cuatro niñas con vida, a las cuales las exiliaron lejos de Rusia y les crearon una falsa identidad con la condición de que nunca regresaran a su país. Otra hipótesis arroja que Anastasia y Alexis fueron dejados con vida.
También se ha rumorado de tumbas vacías, de que faltaba el cadáver de Anastasia, lo que refuerza la teoría de que la princesa escapó de la masacre. De todos estos mitos surgieron muchas impostoras de Anastasia. La más conocida es Anna Anderson, quien juraría que ella era la mismísima duquesa, pero con el avance científico y el descubrimiento del ADN se desmintió cualquier parecido con la familia real.
No obstante, todo indica que sólo son leyendas y que todos los Romanov sucumbieron esa noche ante los Bolcheviques sufriendo, una muerte lenta y dolorosa, en especial los niños. Ni siquiera Disney con su película infantil pudo provocar el olvido de la sangre inocente derramada aquella noche. Anastasia y sus hermanos pagaron trágicamente la ambición de sus antepasados por mantener la corona, la ineptitud de sus padres y el hambre de un país casi desahuciado. El misterio quedará sin resolver como tantas historias de horror que forman parte de Rusia y de la humanidad.
Por: Ingrid Vargas